Sagrario de la Iglesia Parroquial de Bercianos de Vidriales |
El Concilio de Trento (siglo XVI), en
respuesta a los ataques de los protestantes, reafirmó con fuerza el Sacramento
de la Eucaristía como presencia real del Señor en las especies del pan y del vino.
Consecuencia de esa presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento es la
adoración que se le debe como verdadero Dios. El cristiano, al comulgar, recibe
realmente el Cuerpo y la Sangre de Cristo pero, además, le debe dar culto.