"La Iglesia será llamada a curar las heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad" (Papa Francisco)

30 de enero de 2016

Santoral vidrialés de enero (1)


Adoración de los Magos (detalle). Pintura del Retablo Mayor en el Santuario del Campo

Entre el gran número de santos que se celebra cada mes, unos pocos tienen representación gráfica en las iglesias y ermitas de nuestro Valle de Vidriales y a algunos/as de ellos/as se les tiene una devoción especial o se les venera particularmente. Es a éstos a los que va destinado el presente artículo, a aquellos santos que la iglesia honra en el mes de enero y que nosotros podemos encontrar representados en nuestras iglesias.

1 de enero: Santa María, Madre de Dios
Virgen de la Encalada. Fuente Encalada
En el comienzo del año y, por tanto, del mes de enero, la iglesia nos invita a mirar a María. A los ocho días de celebrar el nacimiento del Salvador fijamos nuestra mirada de nuevo en el portal de Belén, en esta ocasión en la Madre de aquel Niño. Y si el Niño es especial, la Madre también. No sólo es la Madre del niño (hombre) Jesús, sino también la Madre del Dios hecho hombre Jesús. Así lo definió el Concilio de Éfeso en el siglo V, allí la aclamaron como la Theotocos (“Madre de Dios”) porque en su cuerpo la Palabra se hizo carne. 
Creo acertar si digo que en todas las iglesias en las que hay alguna imagen está representada la Virgen y, con frecuencia, más de una vez en diversas advocaciones. En ninguna se la llama solamente “La Madre de Dios”, pero, también con frecuencia, la imagen de María sostiene al Niño en sus brazos o en su regazo, es decir, se la representa como Madre. Podríamos poner decenas de fotografías que diesen testimonio de ello. A modo de ejemplo solamente ponemos "La Virgen de la Encalada", situada en el retablo renacentista (siglo XVI), obra de Bartolomé Hernández, de la Iglesia parroquial de Fuente Encalada.

 
6 de enero: La Epifanía del Señor
La adoración de los Magos. Grijalba
También en los primeros días del año, dentro de las fiestas de Navidad, se celebra la Epifanía del Señor, lo que conocemos popularmente como el día de los Reyes Magos. Según nos relata el evangelista san Mateo en el capítulo segundo de su evangelio: “Unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ¿dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo"Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”.
El evangelista no habla del número de ellos ni de sus nombres y, por supuesto, tampoco de que fueran reyes. Ha sido la tradición posterior y alguno de los evangelios apócrifos los que han añadido estos datos. Parece ser que era un grupo de hombres, de número indeterminado, de la casta sacerdotal persa; algunas tradiciones hablan de cuatro y hasta de doce. El número tres puede ser debido a las tres ofrendas que menciona san Mateo. La palabra mago hace referencia a sabios-astrólogos en aquel momento.
En realidad, lo fundamental es que en ellos se personifica la universalidad de la salvación; Jesús viene como Mesías Salvador no sólo para el pueblo judío, sino también para los pueblos paganos que lo quieren acoger, y a ellos se manifiesta. De ahí el nombre de esta fiesta, Epifanía, que significa manifestación. Los Magos suelen estar representados en número de tres con tres razas diferentes: blanco, cobrizo y negro, y tres edades diferentes: juventud, madurez y ancianidad. Así se muestra más gráficamente la universalidad.
A parte de las figuritas que se ponen en los nacimientos que se instalan en torno a la Navidad, no se les encuentra representados como imágenes de bulto. Sí que hay, sin embargo, una representación pictórica en el retablo del Santuario de Nuestra Señora del Campo (la que encabeza este artículo) y dos relieves en sendos retablos de Grijalba y Bercianos de Vidriales.


10 de enero: Bautismo del Señor
Tablilla del Bautismo del Señor. Bercianos de V.
El domingo posterior a la Epifanía, en 2016 el día 10 de enero, se celebra la fiesta del Bautismo del Señor. Contemplamos a Jesús ya adulto. Los evangelios sinópticos -Mateo, Marcos y Lucas- narran esta escena al comienzo de lo que conocemos como vida pública de Jesús. El Bautismo de Juan en el Jordán era símbolo de conversión para los pecadores y Jesús, el Santo, se pone en la fila como uno más para ser bautizado por su pariente Juan.
Hay varias constantes que aparecen en los relatos de los tres evangelistas: Jesús se acerca como uno más para ser bautizado por Juan Bautista. Después, el cielo se abre y el Espíritu de Dios desciende sobre él en forma de paloma. Por último se oye une voz -del Padre- que dice: “Tú eres mi Hijo, el amado, mi predilecto”. Además de una manifestación Trinitaria y que el Padre avala la misión del Hijo con la fuerza del Espíritu, también, de alguna manera, el Bautismo de Jesús enseña que el Salvador se solidariza con los pecadores de este mundo. 
No es frecuente encontrar en las iglesias la representación del Bautismo del Señor. Igual que sucede con la Epifanía, en ocasiones podemos ver alguna pintura o algún relieve. En concreto en Vidriales solamente conozco una pequeña tablilla situada en el baptisterio de la Iglesia de Bercianos de Vidriales.


17 de enero: San Antonio, Abad
San Antonio Abad. Santibáñez de V.
Tal vez la imagen más representada en las iglesias, además de la Virgen y el Señor, es la de San Antonio Abad, junto con la de su homónimo San Antonio de Padua.
San Antonio Abad, san Antón como se le llama popularmente, fue un monje nacido en Egipto a mediados del siglo III, en el año 251. Su vida, como la de tantos santos de los primeros siglos, se encuentra envuelta en leyenda y ha llegado a nosotros sobre todo gracias a san Atanasio y a san Jerónimo. Según se cuenta de él, en su juventud vendió todos sus bienes, entregó el dinero a los pobres y se fue a vivir como eremita al desierto. Allí fue reiteradamente tentado por el diablo y supo salir vencedor de todas las tentaciones. Fue tal su fama de santidad que atrajo un numeroso grupo de discípulos que querían seguirle para vivir como él. San Antonio, como un buen padre -de ahí su título de Abad-, los instruyó y guió. También los organizó en pequeños grupos de ermitaños, por lo que se le considera el fundador del monacato. Él, sin embargo, no vivió en comunidad, sino que permaneció en soledad. Se cuenta que murió a los 105 años.
San Antonio Abad. Carracedo de V.
La iconografía de san Antonio Abad es muy característica. Se le suele representar como un anciano haciendo referencia a su longevidad. El hábito negro y la tau “T” son de los Caballeros Hospitalarios (Antonianos) fundados en el siglo XI. El libro en sus manos nos dice que era “maestro”, que enseñaba a sus discípulos. El cerdo se consideraba un animal impuro, ponerlo a sus pies significaba que había vencido la impureza; también nos recuerda el amor que el santo sentía por los animales. El bastón en sus manos es el báculo de Abad o Padre. La campanilla es la que usaban los demandaderos que pedían para los hospitales de san Antón; cuando va colgada al cuello del cerdo recuerda la que llevaban los cerdos que se criaban para el sustento de los frailes y enfermos y que tenían el privilegio de vagar libremente por cualquier sitio para alimentarse.
La figura de san Antón se encuentra con mucha frecuencia en el refranero español haciendo referencia a la climatología, a la duración del día y a otras cuestiones. Así tenemos "Hasta san Antón Pascuas son, y si quieres más, hasta la Virgen de la Paz". O aquel otro "Por san Antón media hora más de sol". O ese tan conocido "Si tiene barba san Antón y si no la Purísima Concepción". Pero el refranero referente a san Antonio Abad merece un artículo propio, algún día lo haremos.
Sería demasiado exhaustivo incluir todas las imágenes de san Antón que hay en nuestro Valle. Valgan como ejemplo las de Santibáñez de Vidriales y Carracedo de Vidriales.

Quedan para otra ocasión el resto de los santos de enero presentes en el Valle de Vidriales: san Fabián y san Sebastián, La Conversión de San Pablo, san Ildefonso y santo Tomás de Aquino.

San Fabián (izda) y San Sebastián (dcha). Rosinos de Vidriales