"La Iglesia será llamada a curar las heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad" (Papa Francisco)

23 de mayo de 2014

El Resucitado en Vidriales

Nazareno de San Pedro de la Viña
Nuestras iglesias abundan en cruces y crucificados: el Calvario que corona muchos retablos, la cruz parroquial o procesional, la cruz o cruces de altar... Creo no faltar a la verdad si digo que en todas ellas hay, al menos, una imagen de Jesús crucificado. Incluso está así estipulado en la normativa: “También sobre el altar o junto a él colóquese la cruz, que quede bien visible para la asamblea congregada” (Ordenación General del Misal Romano, Cap. V, nº 270).
En muchas de ellas hay, además, Nazarenos cargando con la cruz, el Cristo yacente, la imagen de la Virgen de los Dolores o de la Soledad… Todo ello nos lleva a la Pasión del Señor y su muerte en cruz. No es extraño, ya que la Cruz es el la señal de los cristianos; así lo estudiábamos de niños en el catecismo:
-      ¿Cuál es la señal del cristiano?
-      La señal del cristiano es la santa Cruz.
-      ¿Por qué la señal del cristiano es la santa Cruz?
-      La señal del cristiano es la santa Cruz porque en ella murió Jesucristo Nuestro Señor para redimir a todos los hombres.
Desde los comienzos del cristianismo la Cruz ha sido el signo o emblema de los cristianos porque es el mayor signo de amor de Dios hacia los hombres, hacia cada hombre o mujer y hacia la humanidad entera. Pero la verdad es que nuestra fe se sustenta en la Resurrección de Jesús: “Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe” (1 Cor 15,14), dice san Pablo. 
En los últimos tiempos, desde el Concilio Vaticano II, se ha puesto ahí el acento. Por eso la pregunta que muchos se hacen es: ¿por qué en la mayoría de las iglesias no existe la imagen del Resucitado? No tengo respuesta para ello pero así, sobre la marcha, se me ocurren tres de las muchas que podrían ser válidas. 
Cristo de la Salud de Fuente Encalada
La primera está implícita más arriba: porque la cruz es el mayor signo de amor y, desde siempre, impresionó a los creyentes, más que el milagro de la resurrección, el que el mismo Dios fuese capaz de morir en una cruz por nosotros. 
La segunda es que los cristianos contemplamos la cruz no como un lugar de muerte y destrucción, sino de vida y de victoria. En ella está implícita la resurrección del Señor. Eso podemos deducir de muchos textos del Nuevo Testamento. Sirva de ejemplo uno bastante elocuente de san Pablo: “Nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios” (1Cor 1,23-24). 
La tercera razón que se me ocurre es que necesitamos la imagen del Cristo Crucificado porque no lo tenemos entre nosotros, pero no necesitamos ninguna imagen el Señor Resucitado porque él ya está realmente presente en cada iglesia, ¿dónde? En el Sagrario. ¿Para qué queremos imágenes si tenemos presencia real? 
Sin embargo, aunque no abunden, sí que hay representaciones del resucitado en las iglesias. Hoy quiero hacer un repaso de algunas que se encuentran en las de nuestro Valle de Vidriales. Que yo tenga conocimiento, imágenes como tal, es decir, imágenes de bulto, sólo las podemos encontrar en dos pueblos: Granucillo y Brime de Sog, esta última adquirida en el 2013.
Imagen del Resucitado en un retablo lateral de la iglesia de Granucillo

También podemos ver una tabla pintada con la imagen del Resucitado en el Santuario de Nuestra Señora la Virgen del Campo. Se encuentra en el copete del retablo de San Gregorio. La pintura está bastante deteriorada porque durante años cayó una gotera encima de este retablo.
Tabla con el Resucitado en un retablo del Santuario del Campo

Otro lugar en el que podemos encontrar con relativa frecuencia la representación de la Resurrección de Cristo es en los sagrarios. Parece querer indicar que en el interior se encuentra en verdad Aquel cuya imagen podemos contemplar en la puerta. La iconografía suele presentar al Señor saliendo del sepulcro y a sus pies los guardianes del sepulcro dormidos o con cara de espanto.

Una de las cuatro caras del Sagrario en el retablo mayor de la iglesia de Bercianos de Vidriales
Puerta del Sagrario con el Resucitado en el retablo mayor de la iglesia de Rosinos
El Resucitado en San Pedro de la Viña. Sagrario del retablo de la Virgen del Carmen
Sagrario en el retablo mayor de Cunquilla con la imagen de Jesús Resucitado
Ascensión del Resucitado en el Tabernáculo del Sagrario de Grijalba

También en la puerta de muchos sagrarios podemos contemplar la imagen del Cordero Pascual. No es la efigie de Jesús Resucitado, pero sí que es símbolo de resurrección.
Cordero Pascual en el Sagrario de Tardemézar
Sagrario sin policromía  en Pozuelo de Vidriales
Sagrario en madera natural en Pozuelo de Vidriales



Cordero Pascual con la Cruz de Malta en el Sagrario de Uña de Quintana
Sagrario con el Cordero Pascual en Brime de Urz



Las 14 estaciones del Vía Crucis nos van mostrando los diferentes momentos de la Pasión del Señor desde su condena a muerte hasta su sepultura. Actualmente se añade con frecuencia una última estación, la 15ª, que muestra a Jesús victorioso, Resucitado, saliendo del sepulcro. En nuestra zona tenemos varios ejemplos:
15ª Estación del Vía Crucis en la iglesia parroquial de Villageriz
Jesús Resucitado en la 15ª Estación del Vía Crucis de Carracedo de Vidriales
15ª Estación del nuevo Vía Crucis del Santuario de la Virgen del Campo

Por último, aunque no se le suele llamar así, también se encuentra la imagen del Resucitado, de modo simbólico, en otra imagen muy común en la mayoría de las iglesias: el Sagrado Corazón de Jesús.
Sagrado Corazón de Jesús de Santibáñez de Vidriales
Corazón de Jesús en la iglesia parroquial de Ayoó
Imagen del Sagrado Corazón en Brime de Sog
El Sagrado Corazón de Jesús de Moratones
De todos modos, aunque no existiese ninguna imagen del Señor Resucitado en nuestras iglesias, su presencia es real y lo podemos contemplar en una imagen que nuca falta, en la Comunidad de los creyentes y en cada uno de los hermanos.